miércoles, 7 de mayo de 2008

Otra Realidad

Sus creadores

La película Oh! Oumo, de nacionalidad italiana, cuyos autores constituyen una de las parejas de realizadores más importantes del cine documental y experimental de los últimos años, da cuenta del inexorable fracaso de la humanidad en sus intentos por vencer a sus eventuales enemigos.
Yervant Gianikian y Agea Lucci, muestran las dos grandes guerras y sus consecuencias, a través de su capacidad para cargar de nuevos significados las imágenes del pasado, y transformarlas en perfectas resonancias del presente.
Todos los cuerpos y objetos que se registran en sus films se hallan, en el mismo estado de desintegración que el soporto fílmico que los contiene. Tienen como objetivo, finalmente retratar la batalla de la humanidad.


Pequeña historia

Que fue una gran guerra, es indudable, pero del todo inútil. Esta guerra iniciada en 1914, además de contar con las típicamente utilizadas, armas de fuego, contó con una nueva innovación dañina: el gas mostaza.
No existen registros exactos que daten del numero de heridos, desaparecidos y mucho menos muertos. Las familias y hogares destruidos, el hambre, las pestes y la pobreza, fueron entre otras las importantes consecuencias de esta Guerra, de esta realidad.


Mi historia

Era mediodía, sola sentada en las cómodas butacas de aquella moderna sala, invadida por el aroma a caramelo y pochocho, me preparaba para ver mi primera película de cine independiente. A mi izquierda se encontraba, un joven estudiante de cine con su pequeña libreta, tomaba nota de todo lo acontecido en el lugar. Hasta cierto momento, cuando me miraba de reojo sentía que tomaba nota de mis actitudes, que eran similares a las de él. En cambio a mi derecha, se ubicaba una joven pareja de enamorados, muy concentrados en caricias y arrumacos, quienes apenas notaban mi presencia o la de cualquier individuo en el lugar.
Las lucen se apagan, la pantalla se ilumina y solo una frase aparece en el plano. Este fue todo el texto reproducido durante el film; donde solo imágenes en tonos sepia, blanco y negro protagonizaban las escenas.
Pasada media hora, mientras espiaba la pantalla con el rostro semi-tapado por mi campera, divisé cierto movimiento en los espectadores; los mismos se retiraban del cine, pero la cinta aun seguía rodando.
Sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a caer sobre mis mejillas, sentía un gran dolor en el pecho. Quería que terminara.
No era la primera vez que veía una película de guerra, pero esta se diferenciaba notoriamente de las demás; en ella no participaban actores contratados, no existían los dobles de riesgo para escenas peligrosas, la representación de la sangre no era una viscosa mezcla de laboratorio. Todo aquí era real. Las imágenes eran reales, las balas eran reales, el dolor era real, el sufrimiento también lo era… la gente era real.

Cuantas veces uno escucha los hechos de la 1º Guerra Mundial, cuantas veces uno lee sus características, episodios, personajes, participantes y desenlaces en los manuales de historia del colegio secundario.
Esto fue distinto por primera vez llore al recorrer los caminos de esta Guerra, sentí su dolor y comprendí las miradas de tristeza de esas personas. Esta experiencia, no fue solo una película, fue otra forma de ver la realidad.

1 comentario:

Floren dijo...

Creo que la crónica es corta pero con fundamento. Lo que quiero decir es que es corta justamente, es concisa y creo que si el film fue corto pero provocó todo eso en vos lo expusiste muy bien y de manera ordenada. Me gustó la organización con subtítulos, y pude sentir ese aroma que describís y situarme en tu lugar. También se nota y se entiende el sufrimiento que padeciste en la sala claramente... creo que me hubiese pasado lo mismo!